Los que nos conocen bien saben que nos casamos el primer día que nos miramos a los ojos y yo pensé: es ella. Y tú pensaste: es el.
Cometimos el error de no comprar acciones de correos o de telefónica, que tuvieron que ganar una fortuna con los cientos de cartas que te escribí y con las horas que pasamos al teléfono, en las que para mi lo mejor del día eran esos ratos en los que podía escuchar tú voz.
Con el tiempo desapareció la distancia, y ya juntos, como los pajarillos, tomando cositas de aquí y de allá fuimos haciendo nuestro nidito(con su hipoteca, como no...),y pasando por todos esos momentos fáciles y difíciles.
No puedo decir tampoco buenos y malos, porque desde que estamos juntos, lo más malo que recuerdo es mejor que lo mejor de mi vida antes de ti.
Y ya van casi tres años.
Y ahora que faltan menos de tres meses para la boda, tengo que reconocer que la sensación, más que estar nervioso es como la que tenía de niño el año que, un mes antes del día de reyes, encontré los regalos escondidos debajo de la cama de mis padres...