Cuando uno vive de aquí para allá toda la vida, tiene esa sensación de no ser de ningún sitio, como esos gatos grises con rayas negras que recorren la ciudad pero no se quedan en ningún barrio.
No consigues encontrar eso que te haga plantar las raíces, y al principio te sientes un poco raro. Hasta que te das cuenta de que cada día te cruzas con mucha gente como tu, que ha estado en todas partes y tiene planeado quedarse aquí un poco mas y dentro de poco...irse a algún otro sitio.
Y así es que me despierto algunas noches, y te miro ahí dormida, sorprendido aun de que aquí estemos los dos.
Entonces me estiro y me alejo poco a poco, sin hacer ruido, y te observo un ratito siguiendo cada uno de tus contornos con la mirada.
Después vuelvo contigo, y tu aroma suave y tu calorcito bastan para que me acurruque y de nuevo, cierre los ojos y me duerma, tranquilo, sintiéndome por fin... en casa.
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