sábado, enero 01, 2005

Postales

Hace tiempo escribi este cuento corto, hoy, despues de mucho tiempo me animo a ponerlo aqui. Espero que os guste!








Postales
Por Eduardo Cotelo y José Miguel Marcapáginas



I. Pilar

II. Marco

III. Lucía



I. Pilar

Las tardes en la oficina de correos eran terriblemente tediosas, casi nadie en las ventanillas, muy poco trabajo de recibidos, y por los buzones que daban a la calle rara vez entraba nada. Las horas parecían serpentear por el suelo haciendo que pareciera imposible que en algún momento fuera a llegar la hora de salir.

Mientras tarareaba la melodía de un anuncio, una postal, la única de esa tarde entro por el buzón. La recogió para introducirla en el compartimento adecuado, pero era tan breve, que no pudo evitar leerla. Decía solamente:

“Todo lo que hay en mí
No es sino mitad de ti”

El corazón le dio un vuelco, y casi inconscientemente, cogió la postal y la escondió en su pecho. El reloj se ralentizo hasta lo imposible, y pasados varios años, por fin, llegaron las 8 de la tarde.

Llego a casa con el pulso a mil por hora y releyó esa frase:

“Todo lo que hay en mí
No es sino mitad de ti”

Bueno, no pasaba nada… en el fondo ella también merecía que le dijeran algo como aquello, así que al día siguiente se llevo un bote de tippex del trabajo y cambio el destinatario de la postal para poner en el su propio nombre. Y cada vez que se abría el cajón y leía de nuevo:

“Todo lo que hay en mí
No es sino mitad de ti”

dirigido a ella, se le ponía en el estomago esa sensación de mariposas revoloteando y se le dibujaba una sonrisa en la cara. Había estado mal hacer aquello, pero ahora era mucho mas feliz.



“Tú eres
sonrisa arriba
sonrisa abajo
mi felicidad.”

fue la siguiente. Al final del verano ya eran más de veinte postales. Y un amor.

II. Marco



Tenia tanto que decirle! A pesar de que hablaban por teléfono casi a diario, el encontraba un placer especial en imaginarla abriendo el buzón, y encontrando una postal suya. Además, si para lo dicho por teléfono solo quedaba la memoria, las palabras en la postal eran como una inscripción que podía ser revisitada en cualquier momento. En realidad no era gran cosa, tan solo un pensamiento, que a veces se limitaba a unas pocas palabras que apenas ocupaban nada en la postal. Pero a el le encantaba pasear hasta el buzón a enviar la postal justo después de la conversación, disfrutando con el recuerdo de sus palabras, de su timbre alegre… de su encanto!. Además, desde que el ascenso en su empresa había puesto entre ellos a la temible distancia, desde ese mismo momento, el tenia una inspiración increíble, escribía cosas, sin pensarlas, que al releerlas le asombraban porque parecía que un duende se las hubiera susurrado al oído! Solo era una cuestión de tiempo, muy pronto ella estaría allí con el y todo seria como siempre… mejor que nunca!

Puso el sello en la postal, mientras releía:

: )


“De todas las cosas que me hacen feliz

tu eres la única que además me da besos!”


y no podía evitar sonreír al imaginar la cara de ella sonriendo de par en par abriendo esos inmensos ojos verdes al leer.

Probablemente hoy habría recibido

1 / 2

“Todo lo que hay en mí,
no es sino mitad de ti”


Nunca hablaban de las postales, eran como un secreto entre los dos, se escribían y se contestaban, pero siempre a través de las postales, y esperaban a ver el efecto, como quien pone un barco de papel en el río y lo sigue con la vista… Y los efectos se solían notar, martes y jueves que era cuando ella recibía sus postales y los viernes y los miércoles, que Marco recibía las respuestas.

Pero esta vez, ella no estaba alegre, respondió al teléfono con un tono apagado que no recordaba haber oído nunca en ella. Y a medida que avanzaba el verano, Marco sintió como si el calor del verano fuera marchitando aquella relación en el aire de decepción que cada día se asomaba más desde el auricular. Cada vez mas tristeza al teléfono, ella dejo de contestar a sus postales, las conversaciones se volvieron mas rutinarias…

A Marco le tembló la mano al escribir las palabras que le dictaba su corazón,

Espero…

“Quizás no sepas cuánto espero.
Espero que sigas, que vengas, que me escuches.
Espero luz, noche, susurros, caricias.
Espero cada minuto que me llames,
que sientas,
que me añores,
que rías.
Espero que sepas que nunca te olvidaré”.
Y espero que nunca me olvides.


Colgó el teléfono con un nudo en el pecho, como si ya no reconociera aquella voz, el dialogo cada vez mas vacío le angustiaba y echaba de menos poder leer las palabras frescas que ella solía hacer aparecer por arte de magia en su buzón. Y por primera vez, ese martes envió una segunda postal.

Llorar

“Todavía me pregunto
cómo tus palabras
encontraron el camino
desde mi oído
hasta mis ojos.”


III. Lucía

La última postal que había recibido de el decía:

Antes/Después

“Antes fui muchos hombres
De espaldas.
De rodillas.

Entonces,
tú sacaste sólo a uno.
De frente.
De pie…"


¿Como puede terminar algo así? ¿Como podría ser eso un final y no un principio?

Pero así era. El buzón había vuelto a ser durante meses ese almacén de facturas y publicidad, desde aquel vuelco del corazón la sensación de "hoy si llegará" que tenia al principio se fue convirtiendo poco a poco en un "seguro que hoy tampoco", que le dejaba cada día un olor a ilusiones marchitándose.

Aquellas postales habían conseguido soplar en lo más hondo de su corazón para dejarla entre postal y postal con esa sensación de cosquillas que da el amor. Pero el haber dejado de recibirlas, así, de repente era algo muy desconcertante, se sentía como si la hubieran subido muy alto muy alto solo para ver el golpe que se daba al dejarla caer. Además, había notado que en sus conversaciones por teléfono, tanto en uno como el otro se notaba un aire de decepción, que hacía que últimamente sus conversaciones sonaran como metálicas y frías,

Herida en el orgullo, y dolida en el corazón tomo la pluma y una postal, y por primera vez empezó una postal sin que fuera respuesta a una de él.

Escribió:

A veces

“A veces el corazón sale por la espalda, y se tuerce como raíz buscando agua en la tierra.
Se esconde de los miedos, del mirar hacia delante.
A veces sentirse solo no es una opción.
Pero nunca sentirse vacío...

...Mañana siempre será otro día
pero ahora yo nunca estaré en el...”


Bajo las escaleras y camino hacia el buzón a enviar la postal, las rodillas le temblaban un poco y se le humedecieron los ojos, pero consiguió contener una lagrima. Saco la postal del bolso para meterla en el buzón y en ese instante sonó el móvil. Era el.

- ¿Si?

- ¡Hola princesa! He querido hablarte de esto durante los últimos meses, ¿porque ya no respondes a mis postales?...














(Nota: Los increibles textos de las postales pertenecen a Jose Miguel de www.marcapaginas.net)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me ha gustado, sí señor.

Es una gran casualidad, pero yo también escribí sobre un personaje que se apropiaba de postales y cartas ajenas... aunque lo hacía por otros motivos (además mi texto es teatral).

Me gustan estos textos que hablan de lo ajenos que somos a veces a nuestro destino, de cómo gente desconocida tiene el poder de cambiar nuestras vidas. Escribe más cositas y dejanos leerlas.

Un abrazo

Anca (http://anca.acelblog.com)